Vivir al 100%

Photo by Isidr☼ Cea on Foter.com / CC BY-NC-ND

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Me adentro con dulzura y suavidad en mi vulnerabilidad (no se puede entrar de otra manera). Exploro la textura de una parte de mí a la que no me había asomado y me dejo sorprender por la fragilidad del terreno. Camino por un lugar luminoso en el que el equilibrio es delicado; siento que si el viento sopla con fuerza, puede dar al traste con toda la estructura, se puede quebrar una vez más. Y ocurrirá.

No te puedo prometer que no nos volverá a doler. Mentiría. No te puedo prometer que no vayamos a volver a sentir dolor, ni decepción, ni que la vida no vaya a zarandearnos otra vez. Ójala pudiera, pero no puedo.

Frágil.

Observo tus heridas y remiendos, hechos con mayor o menor destreza. Y sí, corazón, tienes todo el derecho del mundo a replegarte, a no querer salir fuera, a cerrarte a cal y canto.

Lo reconozco, te he tenido metido en el fondo del cajón, como ese calcetín viejo que nunca eliges y se va quedando rezagado. Llamo a una puerta nunca abierta, y el miedo a que todo se resquebraje atenúa mis pasos y gestos, así que suavizo los movimientos  alejando  la posibilidad de entrar en la locura que me lleve a un mundo en el que las reglas que escribí ya no sirvan, en el que los parámetros son otros.

Levanto la vista y a mi alrededor sobrevuelan todos mis miedos. Estructuras de papel y algodón que vistas de cerca, no parecen tan terribles. Una tormenta de verano las barrería. Y, sin embargo, ahí están, y lo transforman todo en una travesía de cáscara de nuez en la que arriar las velas y esperar a que amaine, a veces, parece la única posibilidad.

Ahora, por lo menos, te veo. Antes no, ¿cómo cuidarte si no te sabía herida?

Me doto de una segunda piel: lo suficientemente robusta para darte protección y seguridad y los suficientemente permeable para que entre la vida.

Poco a poco, corazón. Tómate tu tiempo. Revisa el horizonte tras el umbral de la puerta, y cuando lo sientas, sal. Hasta ahora no he sabido hacerlo de otro modo. Hemos cerrado compuertas para que nadie entrara. Cerramos al dolor, pero también al placer, al gozo de la vida. A la vida en si misma.

Vivir a medias tintas es una opción legítima, más cuando una cree que estar en tiempos de guerra. No lo juzgo, lo he hecho lo mejor que he sabido. Y, sin embargo, me ronda ahora lo posibilidad de vivir al cien por cien. Vivir sin reservas, ni renuncias.

Dejarse atravesar, impregnar, bañar en todas las células.

Vivir al 100%

3 comentarios en “Vivir al 100%

  1. No se puede vivir a medias, morir a medias… amar a medias… el miedo solo es la puerta que se abre a sentir el único SER que nos habita, vivir en el Amor, desde la toroide del corazón , todo vibra al ? por ??????Bella ( escucha tu nombre…)

  2. Hay muchos momentos en la vida que debemos replegarnos y recomponernos ….poco a poco..de ese mismo retiro ,sales con más fuerzas y vitalidad.Y una vez desmenuzado el pasado y lo que hirió nuestra alma,»revives» como ave Fenix más hermosa y fuerte, aún, si cabe..como el amor de tus hermosas palabras

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